domingo, 18 de octubre de 2015

Niñato | Relato Erótico (Gay)

+18
Al principio pensé que eras sólo un niñato. Aun así, una parte de mí deseaba seducirte cuando mi mano se aventuró por tu cintura y acerqué mi gesto hacia el tuyo sin dejar de mirarte a los ojos. Besarte hubiese sido demasiado simple. No, en lugar de eso llevé mis labios hacia tu cuello, en ese punto de encuentro con tu oreja. Sólo te rocé, pudiste sentirme. Tu respiración se contuvo, me di cuenta.

Mi mano jugueteaba con tu camiseta, levantándola tratando de desnudarte, acariciando tu torso y tu cintura para luego dibujar caricias en tu espalda. Te sentía caliente, muy caliente. Tu erección te delataba y yo, lejos de detenerme, me pegaba más y más a ti.

En eso derivó el juego, en dos chicos excitados enfrentando erecciones. Tu cinturón me molestaba, así que lo desabroché mientras te robaba un inesperado beso. Adoraba atrapar tus labios entre mis dientes, sentir tu lengua buscándome o esa mano que me agarraba el mentón pidiéndome siempre un poco más.

Vencido el botón de tu vaquero, metí la mano sin pudor. Estabas tan duro... duro y húmedo. Acaricié tu glande con mis dedos y centré mi atención en ese tacto ligeramente lubricado. No podías más, imagino que querías empotrarme allí mismo. Pero el juego seguía. Sujeté tu mano y la llevé al sitio correspondiente, al punto clave de mi anatomía. Al principio dudaste, pero tras atravesar la goma de mi bóxer no pudiste resistirte a agarrármela y apretarla con ansias de sentirla. En el fondo te ponía demasiado tocar a un hombre como yo.

Volví a besarte, pero esta vez con fiereza, con ganas. No dejábamos de tocarnos, de sentirnos, de masturbarnos mutuamente. En un arrebato, sujeté tu cara con firmeza y casi de forma automática te lo pedí: “Chupa...”

Obediente, te arrodillaste ante mí y me lanzaste una mirada pícara. Toda mi atención se centró en tus labios besando por tramos mi pene y en esa lengua que acto seguido rodeaba mi glande humedeciéndolo con su saliva. Fue cuando te la metiste entera en la boca cuando inevitablemente te agarré la nuca y empujé suavemente hasta escuchar un sonido gutural en lo más profundo de tu garganta. La saqué y la volví a meter, pero ya no serías tú quien me la chupase, sino yo quien te follaría la boca con movimientos rítmicos de vaivén.

Estabas demasiado cachondo. Desde mi perspectiva veía como te tocabas la polla sin parar mientras yo seguía penetrándote la boca una y otra vez. Mi cuerpo se tensaba, no podría aguantar mucho más, pero me atraía bastante la idea de correrme dentro. No hacía falta avisarte, tú también notabas mi rigidez; sabías que mi clímax estaba cerca. La sacaste y empezaste a tocármela con fuerza mientras yo me limitaba a dejarme hacer, visualizando tu cara pervertida.

Estabas disfrutando. Tu orgasmo también estaba cerca. Acompañaste la masturbación con algunas nuevas mamadas. Era algo delicioso, imposible parar. Llegados a este punto, sólo pude jadear como hacen los animales. Abriste la boca para recibirlo todo y, no sólo eso, sino que también empezaste de nuevo a chuparla aun mientras me corría con fuerza contra tu lengua.

Había cerrado los ojos mientras me corría por la intensidad del orgasmo y al abrirlos me encontré tu miembro manchado con su propio semen. Debiste de haber disfrutado mucho corriéndote mientras sentías mi flujo esparcirse por tu boca.

Nos vestimos con cuanta dignidad nos fue posible, agradecidos de no haber sido pillados por nadie. Me miraste con vergüenza, arrepentimiento quizás. Éramos dos frutas prohibidas. Al fin y al cabo tú eres, bueno... supuestamente heterosexual.



         © Leo Sarmed. 2015.
*Si quieres un relato personalizado, sea público o privado, contacta conmigo: leo.sarmed@gmail.com

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