Una ducha caliente diciendo adiós en silencio.
Aquí me siento... ¿cómo definirlo? A salvo.
Mis últimos momentos en Sevilla fueron propios de una
película cliché cualquiera. Todo fueron abrazos de despedida y aquel momento
intenso, ya en el coche, que quiero compartir al detalle con vosotros. El
corazón me palpitaba con más fuerza que en momentos anteriores, estaba yéndome
y esta vez era la definitiva. Sabía que iba a encontrarme con ella, y así fue;
mi mejor amiga estaba en una esquina con otras personas y yo la llamé para una
despedida más. Se acercó corriendo y me dio dos besos. 15 años y era entonces
cuando más tiempo íbamos a pasar separados o, dicho de otra forma, cuando mayor
iba a ser la distancia que nos separase.
Durante todo este día no pude menos que enamorarme de esta
increíble ciudad. Lo primero que hice, junto a mis padres, fue limpiar mi
dormitorio y dejarlo impecable. Luego visitamos algunas zonas que me llenaron
el alma y cenamos en un lugar que me encantó, llamado Garden.
¿Cómo omitir la emoción de mi madre al sentirme próximamente
alejado? Ella se va en dos días, pero ya empieza a echarme de menos.
Todos los miedos e inseguridades que aparecían en los días
previos parecen desaparecer en estas calles. Me gusta estar aquí y estoy seguro
de que es mi sitio; durante los próximos meses, éste será mi sitio.
Mañana me espera un día de papeleos y demás asuntos. Ya
tengo preparada mi habitación y la ropa guardada. Me he acomodado y he
conseguido crear una zona de confort estupenda. Mi parte favorita es en la que
escribo esto: el escritorio o, como yo lo llamo ahora, mi pequeño despachito. Aquí
podré escribir mejor, más relajado y centrado a la vez al tener mi espacio, mi
rinconcito. En Sevilla escribía tumbado en la cama y la verdad es que la
espalda se resentía mucho. Ahora puedo hacerlo sentado en una silla muy cómoda
y con más orden alrededor.
Otra de las cosas que más me gusta es la gran ventana que
tengo junto al escritorio; puedo echarme atrás y evadirme mirando al lejano
horizonte compuesto por las montañas de Sierra Nevada cuando esté algo cansado
o estresado.
Y por último, no hay nada mejor que poner una de mis
canciones favoritas a todo volumen en los auriculares y dejarse girar en la
silla ante la ventana, ante la noche de Granada; saludando así a mi nueva vida,
mi nuevo entorno, mi nuevo yo. Sí, acabo de hacerlo y es mágico...
En cuanto a lo que suceda a partir de ahora, os seguiré
informando...
***
Por cierto, quiero anunciar que a partir de la semana que viene, y por motivos de estudios (que por eso estoy en Granada), sólo subiré dos posts semanales: cada viernes y domingo. No prometo nada, puede que sólo suba uno, pero si subiese dos sería en esos días.
Espero que mi experiencia en Granada os sirva para aprender a afrontar nuevos retos o para extraer cualquier otro aprendizaje útil. Yo opino que las vivencias de otra persona siempre pueden aportar algo al prójimo.
Y por hoy nada más. Muchas gracias por estar ahí y ser partícipes de todo esto, dejarme compartir con vosotros estos trocitos de mí y leerme post tras post.
Un abrazo granaíno y...
¡Hasta la próxima!
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