Todo sueño tiene sus momentos de pesadilla.
Hola a todos, soy Leo Sarmed y hoy quiero compartir con vosotros nuevas vivencias en Granada.
Antes de nada quiero disculparme por haber tardado tanto en volver a informaros sobre novedades, pero lo cierto es que estoy muy liado con la universidad y asuntos del blog que ya iréis viendo.
Mi vida en Granada está siendo de todo menos aburrida, pero no daría a basto para contar todo lo que me sucede, por lo que voy a contar sólo lo realmente destacado y llamativo.
Este es un caso especial, y es que tuve incluso que cambiar de barrio. os contaré todo desde el principio.
Volvía a casa un lunes a las nueve de la noche. Estaba hablando con mi madre por teléfono por una avenida cuando dos chicos se me acercaron pidiéndome todo lo que llevaba encima. Lo que más me jodió de todo ese asunto fue que mi madre escuchase aquello y, obviamente, cayese en un estado de nervios tremendo.
No acertaba a enfrentarme ni salir corriendo. Mi primera reacción fue de incredulidad: "¿Cómo me puede estar pasando esto a mí?" Mi mente se bloqueó y sólo era capaz de hablarles sin parar.
En un principio se interesaron por un reproductor de música que llevaba encima, que incluso llegaron a tener en sus manos. Seguí hablándoles y explicándoles mi situación económica (real) mirándoles a los ojos, consiguiendo al final que me lo devolviesen y se llevasen sólo los auriculares (que en comparación es algo aceptable).
Luego llamé a mi madre para decirle que no había pasado nada, pero claro, ya podéis imaginar cómo estaba...
Desde entonces no salgo con la misma tranquilidad a la calle y tomo demasiadas precauciones en todo. Me costaba exteriorizarlo en un post y creí que quedaría en algo anecdótico, pero me equivocaba.
El siguiente problema lo sufrió una amiga mía que, cogiendo el bus en mi barrio al medio día, se encontró con un chico que empezó a acosarla presentándose, entablando conversación y metiendo mano. Ella se bajó del bus antes de su destino para tratar de alejarse de él, pero éste se bajó tras ella y la persiguió por tres o cuatro calles hasta que la detuvo y la obligó a darle dos besos, pidiéndole un tercero en la boca, a lo que ella se negaba rotundamente. Fue cuando alzó la voz cuando él cedió y la dejó tranquila, pero su mañana aquel día se llenó de ese temor y esa inseguridad que semanas antes me abarcaron.
Lo peor de todo sucedió hace relativamente poco, una semana más o menos. Volvía a mi piso con dos compañeros y esa amiga. Me sentía más seguro, iba acompañado y no debía de pasar nada, pero en una calle cercana dos chicos se fueron acercando a dos de nosotros y comenzaron una provocación. Yo me adelanté para abrir la puerta exterior del bloque y que la cosa no fuese a más, pero al asomarme vi cómo esos dos chicos se acercaban más a uno de mis compañeros. Ya en la puerta entramos tres y él estaba aún fuera cuando uno de los chicos alcanzó a darle una patada en el costado. Retrocedieron cuando lo vieron dispuesto a enfrentarse, pero mi amiga lo retuvo y lo metió en el bloque, cerrando la puerta tras de sí para evitar un conflicto mayor. Justo antes de ello, uno de los chicos amenazó a mi compañero con que llamaría a su padre para que le pegase un tiro.
Tras esa situación de amenaza, todos los compañeros del piso nos pusimos de acuerdo y buscamos otro lugar en el que vivir tranquilos, sin ese temor constante a que nos pudiese pasar algo.
Encontramos un piso ideal y bien ubicado. Mientras nos mudábamos, dormimos en otros sitios para no volver al piso ni el barrio anterior, tratábamos de evitarlo a toda costa.
Quisiera aprovechar este post para denunciar públicamente la deficiente protección de Granada. La poca vigilancia policial que hay se concentra en los núcleos turísticos, abandonando otras zonas residenciales donde hace mucha falta la presencia policial (como es el caso de ese barrio).
Aun así, me he fijado en que hay muy poca patrulla en Granada. Que me hayan podido atracar en una avenida dice mucho de esa ciudad y su cuidado.
Quizás también haya otros problemas a nivel educacional o social, que no entraré a reflexionar ni analizar más a fondo. Tan sólo expongo mi experiencia con frustración y desánimo porque ensucia la imagen de una ciudad que merece ser amada completamente. Su belleza poco tiene que envidiar a otras ciudades y su magia te envuelve a cada paso; es tan sólo ese cúmulo de detalles sociales el que destroza y echa por tierra cuanto la ciudad ensalza.
En fin, quería compartir con vosotros esto porque me parecía interesante y ya de paso me desahogaba un poco.
Espero que este post os haya entretenido y que comentéis dándome vuestra opinión al respecto. Dice mi antiguo casero que eso son cosas de críos: ¿Vosotros creéis que son cosas de críos? ¿Podríais vivir en un barrio así?
Y, como siempre, ya sabéis, muchísimas gracias por estar ahí una vez más, formando parte de todo esto y dejándome compartir estos trocitos de mí.
Un abrazo muy grande y...
¡Hasta la próxima!
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