Algunos tesoros tienen más valor que todo el oro del mundo
Hola a todos y bienvenidos de nuevo a este espacio compartido.
En anteriores post os he hablado del sitio en el que estoy viviendo (Sydney Central YHA) esta aventura australiana y algunas de las actividades que he podido hacer en el mismo. De lo que os voy a hablar ahora es de otra cosa que os podéis encontrar si os quedáis en un sitio así al viajar. En mi opinión, es lo mejor del lugar y la experiencia. Se trata de las personas.
He estado compartiendo habitación con otras tres personas que imaginaréis que van cambiando cada pocos días. En este lugar todos están de paso y eso facilita conocer gran cantidad de gente nueva. Para algunos puede sonar incómodo al principio y debo reconocer que era un poco escéptico al principio sobre eso, pero lo que aquí os cuento es una de las grandes lecciones que he aprendido a lo largo de estas semanas.
He tenido mucha suerte con todos mis compañeros de habitación. Han sido personas que te ofrecen conversación y de trato amable. Han pasado por mi habitación personas de Italia, Australia, Bélgica, Inglaterra... Y a cada cual más maja.
Por supuesto, el respeto es máximo en todo momento. Puedo hablar de mi experiencia y es que he podido dejar cosas de valor en la habitación sin miedo porque en todo el edificio se respeta lo de todo el mundo. Eso me ha sorprendido porque no estaba muy acostumbrado a ello y lo agradezco muchísimo (y también admiro).
De lo que más he conocido han sido Italianos. Compartí habitación con dos y conocí otros tres en el YHA. Son divertidos, simpáticos y ocurrentes. Charlar con ellos supone pasar un rato muy entretenido. Lo malo es que, como os decía, todos están de paso. No obstante se pueden hacer grandes amigos.
Algo similar sucede en mi escuela, donde cada semana se conocen nuevos estudiantes de todas partes del mundo y con quienes puedes encontrar una gran afinidad.
Desde luego, puedo decir con satisfacción, orgullo y gratitud que de esta experiencia me llevo auténticas amistades. Esas, esas son mi mejor souvenir. Aprovecho la ocasión para saludar a Iratxe, María, Roberto e Ignacio. He conocido más gente con la que mantendré el contacto, pero ellos son con quienes más contacto he tenido estos días.
Para este post quiero rescatar mi experiencia con una persona que se ha portado genial conmigo y que me ha producido admiración. Se trata de una mujer australiana que viajaba por el país sin rumbo fijo. Hemos mantenido conversaciones de compañeros de habitación, pero su amabilidad destacaba y pronto sentí por ella una simpatía recíproca. ¡Incluso me invitó a una pizza! Con ella hablaba cómodo a pesar del idioma porque su discurso era pausado y comprensible y parecía entender lo que decía sin problemas. Me encantó de ella que expresase un sentimiento de esperanza y alegría al hablar conmigo. Decía sentirse más motivada cuando lo hacía y ese feedback me levantaba la moral.
Tuvo un gesto precioso al irse. Me buscó para darme una bolsa térmica llena de botellas de agua fría, un gesto que lo valoro inmenso como esos pequeños detalles del día a día que tanto dicen aun mostrándose tan sencillos. Le pedí también que me dejase algo escrito en la libreta que traje a Australia. Esas, sus letras, son también un regalo precioso que llevaré siempre conmigo. Gracias Anne.
Y bueno, como esto que os acabo de contar hay más casos. Las personas que he encontrado son maravillosas y sin duda alguna las considero lo mejor de la experiencia porque, aunque esta acabe, muchas de ellas seguirán ahí.
Y como a ellas, quiero daros las gracias también a vosotros por estar ahí y formar parte de todo esto. Sobra decir que disfruto hablando con vosotros por redes sociales y sentiros cerca aunque estéis dispersos por el mundo. Muchas gracias, de verdad, por formar parte de todo esto.
¡Un abrazo enorme!
Porque sois tan grandes...
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