domingo, 8 de mayo de 2016

La caja

Un niño que murió durmiendo...
                    

Imagina una caja envuelta en papel de regalo. Se ve cubierta por colores llamativos, alegres. Imagina también la mirada ilusionada de un niño que se acerca a ella en las primeras horas de la mañana y la toca por fuera como tratando de adivinar qué contiene.

Piensa ahora en lo que puede albergar. No es algo demasiado grande. Se puede abrazar, pero no está vivo. No está vivo pero se puede maltratar. No es una cámara de fotos pero deja recuerdos. Muchos dirían que es algo tierno, para otros podría resultar indiferente. No hace ruido, no hace sonar ningún tipo de música, pero puede hacerte imaginarla. No te ayuda a ver las estrellas más grandes, pero sí que te acerca a ellas. Tampoco es un libro, aunque sí que narra historias. Quizás de una forma algo inusual.
Repito, no está vivo, pero puede acariciarte. Muchas cosas pueden acariciarte: el viento te acaricia cuando roza tu cara en verano, una hoja te acaricia si cae muy cerca de ti en otoño o el agua misma te acaricia cuando cae una gota del cielo o de tus ojos mismamente.

Es algo que te hace sentir. ¿Qué te hace sentir? No lo sé. Todo eso está dentro de la caja y estamos jugando a adivinar qué contiene. Son muchos los que huyen de la incertidumbre, aunque otros se sienten más bien atraídos a ella.

Ahora imagina una caja de colores vistosos sin una mirada ilusionada que la observe. Imagina el silencio a su alrededor.
Imagina una caja llena pero en un entorno vacío.
El niño no está. No me atrevería siquiera a decir si estuvo en algún momento. La caja sí, y sigue llena. No he comentado si contiene algo bueno o malo. Habéis supuesto quizás que se trata de algo bueno.
No es necesariamente bueno, pero sí os puedo asegurar algo: es bonito.

No es algo físico. De hecho, puede que con el paso del tiempo se evapore lentamente. Está en su naturaleza hacerlo.

Esa caja soy yo. Contiene algo a lo que no hace falta poner nombre, prefiero dejarlo a la imaginación de cada cual. Lo que sí diré es que esa caja sigue sin abrir y lo que contiene... en silencio.






Un abrazo.
Leo

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