Esta noche parece una pesadilla, colmada de belleza y encanto pero, al fin y al cabo, una pesadilla.
Hola a todos, soy Leo Sarmed y en esta ocasión quería ofreceros algo distinto. Este blog no deja de ser un pedazo de mí, de lo que soy y lo que siento. Me consta que ya algunos de vosotros me leéis con asiduidad y eso es algo que agradezco.
Digo esto porque, aunque me gusta exponer una imagen positiva y colmada de ánimo para contagiarla en la medida de lo posible, soy una persona como cualquier otra y tengo también momentos de, por decirlo de alguna manera, mayor debilidad.
En momentos así me gusta salir, evadirme dando un paseo y liberar en letras mis sentimientos. Eso fue lo que hice en la experiencia que aquí narro; salí y plasmé en un pequeño cuaderno todo aquello que pasaba por mi mente, pretendiendo un desahogo que, admito, no llegó a producirse totalmente.
Os digo esto porque esta vez quisiera haceros partícipes de ese pedazo de mí, por estar ahí y, como siempre he dicho, formar parte de todo esto. Os lo podéis tomar como un gesto de confianza, liberación o, sencillamente, agradecimiento.
Aquí tenéis pues ese cúmulo de sensaciones que acompañaba aquel paseo nocturno por las calles de Sevilla.
***
Trato de huir de mí mismo, pero me persigo. Inevitablemente busco a un chico que se perdió entre gritos y silencios.
Cada paso parece pisar sobre un enorme vacío...
Todos aquellos que decían acompañarme, permanecer a mi lado, ahora ni siquiera están conmigo. Miro a mi alrededor y encuentro poco más que una oscura noche aliviada por el halo de alguna que otra farola. Llevo conmigo este cuaderno como único acompañante; en él escribo una serie de frases inconexas o, mejor dicho, pedazos inconexos de mi alma rota. Quizás me quede la esperanza de que alguien lea mis sentimientos y se haga partícipe de ellos, los entienda, porque yo ya no puedo...
Prosigo mi camino mientras aparece por mi mente un grupo de personas como fantasmas errantes sin voz. Puedo incluso recordar olores especiales que parecen danzar al son de una melodía tan lenta como los latidos de mi cuerpo; un ritmo... decreciente.
Mis lágrimas son incapaces de recitar el poema inteligible de mi corazón, una serie de versos coronados por la palabra soledad. Se podría decir que el dolor me ha hecho olvidar algo tan simple como el llorar.
***
Esta experiencia fue realizada el viernes 29 de agosto de 2014 entre las 21:00 y las 23:00.Las imágenes de este post son propias.
Me gustaría transmitir como mensaje que, aunque nos encontremos mal o apesadumbrados, no debemos olvidar la belleza que a menudo nos rodea. Tampoco debemos olvidar que hay gente que nos quiere y apoya aunque no esté justamente a nuestro lado.
Por último quisiera daros las gracias por estar ahí. Reconozco que vuestros comentarios, ya sean en el blog o en las redes sociales, me dan ese empujón que necesito y nutren mi ánimo.
Un abrazo muy grande y...
Hasta la próxima...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comenta si no quieres ser un simple numerito en mi indicador de visitas.