miércoles, 25 de mayo de 2016

Sex Art

Suspiros.
Fantasías.
El olor de su pelo.
El roce de su piel y la mía.
La intensidad de su mirada cuando me mira.
El calor aumentando por momentos en la habitación.
El mundo y el infinito desapareciendo a nuestro alrededor.
Unas caricias levantando mi camiseta. Mi cuerpo mostrándose desnudo ante el suyo. Algunos susurros anticipando la jugada y el incienso flotando por toda la habitación. El clima ya estaba creado, sólo faltaba jugar.

lunes, 16 de mayo de 2016

COSAS DE CHICAS | Capítulo 2. Fotografías

No os lo había dicho, pero ella se llama María. Me llamó una semana después para pedirme un favor un tanto especial. Al parecer le habían hecho un envío y tenía que hacerse una sesión de fotos para mostrar las prendas. Lo tenía todo preparado: su réflex, el maquillaje y el estilismo que utilizaría, así que me dispuse enseguida y salí a su encuentro.

Pensé que las fotos se harían en exteriores, pero me equivocaba. Aquel día me enseñó por primera vez su dormitorio. Entré siguiéndola a ella, vestida con un primer conjunto de pantalones cortos y blusa. Estaba preciosa.

La habitación era increíblemente grande y estaba adornada en tonos pastel. No la imaginaba así para nada, no iba con ella. De cualquier modo era igualmente bonita. Preparó unos focos y toda la luz se centró en la cama. Allí se puso, dando unos pequeños saltos antes de empezar e invitándome a unirme. Decliné la propuesta, exhibiendo un fingido gesto serio con la cámara en la mano y lanzando un par de instantáneas imprevistas.

domingo, 15 de mayo de 2016

¿El fin del blog?

Vamos a hablar. Vamos a hacerlo con el vínculo que, aunque parezca mentira, hay en este espacio.
Aquí me comunico con vosotros para lo bueno y para lo malo. He tratado temas muy distintos y creo que cuando hay ciertos planteamientos en el aire debo compartirlos con vosotros por formar parte de esto (unos más que otros).

Me está costando, y cuando digo que me está costando no quiero decir que me esté dejando de gustar lo que aquí hago. Quiero decir que me cuesta, sin más. Me cuesta hacer lo que quiero hacer con los obstáculos que encuentro o las implicaciones que interpreto en según qué cosas.
Va a ser difícil explicarme, pero lo intentaré.

La calidad de un blog o un blogger no está sólo en lo que escribe. Hacen falta más elementos que constituyan un todo. Yo partí en este proyecto con unas ideas pero, sobre todo, con unos ideales. Encuentro que es más difícil de lo que esperaba compaginar esos ideales con "la vida real".

Algunos elementos constitutivos de un proyecto son aportados desde fuera, el problema es que son aportados desde los intereses de siempre y no me gusta el modo de operar de ese sistema.
El backstage es muy distinto al escenario y yo llevo un tiempo planteándome si seguir con la función. Siento que continuar supondría renunciar a parte de lo que empezó, aunque por otro lado todo camino implique siempre cambio.

En resumidas cuentas, seguiré manteniendo la actividad en el blog hasta julio, poco tiempo más tras mi última sesión de fotos. Por entonces no sé si daré por concluido un camino muy corto e intenso o si me veré con fuerzas y saber hacer para continuar.

Esto ha crecido. No sabéis cuánto, pero desde aquí sí se ve. Ahora sois más y más involucrados. No dejo de agradecer vuestras palabras, vuestro entusiasmo y vuestra participación en todo esto.

El problema no sois vosotros, soy yo. Sinceramente creo que no estoy a la altura como blogger y que no podré alcanzar la calidad que creo que os merecéis. Y con calidad me refiero a calidad real, no a globos hinchados de mentiras y tratos de favor.

En fin, era algo que quería compartir y espero que lo entendáis.
Por mi parte me despido.
Un abrazo chicos.
Leo

viernes, 13 de mayo de 2016

COSAS DE CHICAS | Capítulo 1. Algunas copas de más.

-¿Estás bien?
-No mucho, la verdad.
Era curioso, cómo una persona que apenas me conocía era capaz de darse cuenta de mi estado de ánimo con tan sólo una breve conversación a través de mensajes en el móvil.
Os contaré una historia en la que aún estoy inmersa. No sé si quiera cómo continuará, si tendrá un final feliz o si carecerá siquiera de él. Aun con todo sí que conozco su principio y me atrevería a situarlo en esa frase escrita en la pantalla de mi teléfono: “¿Estás bien?”. Sí, no me cabe duda, ahí empezó todo.

-¿Te apetece salir?
-¿Ahora?
-Bueno… sí. Dentro de un rato. Podemos tomar algo si te parece.
-¡Hecho!

No pude evitar sonreír por la propuesta. Seré sincera, ella me gustaba a pesar de creerla hetero. Sería horas después, entre copas, cuando me confesaría su bisexualidad y su situación en la familia. Pero no adelantemos acontecimientos y sigamos por donde iba…
La esperaba en una plaza bastante amplia y concurrida de la ciudad. Pronto la distinguí de entre el gentío. Es una chica muy característica con su gorra hacia atrás, su melena larga y rubia, su tez fina como la de las muñecas de porcelana, su camisa desabrochada, sus pantalones cortos y sus botas negras. Le faltaba el skate que a menudo llevaba consigo. Lo que no le faltaba era esa bolsa/mochila que siempre cuelga en su espalda. Sí, la miré de arriba abajo y luego la saludé con un abrazo más cordial que cercano.

Debo decir que nunca antes habíamos quedado. Las pocas miradas que habíamos cruzado habían tenido lugar entre clases. Agradecí mucho su simpatía y su disposición para animarme. Interpreté todo ello como un gesto de buena fe más que cualquier otra cosa, aunque tras el giro de los acontecimientos no sé realmente qué pensar.
Primero dimos un paseo durante el cual empezamos a conocernos algo mejor. Tras el mismo nos fuimos a cenar, pero de todo ello hay poco que destacar más que algunas indirectas o miradas atrevidas.

Eran las once de la noche cuando me insistió en que fuésemos a tomar unas copas. Acepté sin pensarlo demasiado. Me dejé convencer básicamente porque quería estar con ella. Me llevó a un lugar cercano pero muy tranquilo. Había algo de música de fondo y un juego de luces que aportaba al conjunto un aspecto bastante… íntimo.

Uno de los gestos que más me sorprendió en la noche fue que, tras pedir la consumición, me acompañase agarrada de la mano hacia una de las mesas altas del bar. En ese momento intenté no darle mayor importancia. Total, es esa clase de comportamientos que tienen muchas chicas hetero cuando salen con sus amigas.

Pero la cosa no quedó ahí. Hablábamos de mí, de lo que me pasaba. Le comenté que lo había dejado con mi novia recientemente y que no me encontraba en mi mejor momento. Acto seguido, se levantó de su asiento y se acercó a mí para darme un abrazo. Juntó sus labios a mi oreja y dijo en voz baja: “Eres una chica increíble, nunca lo olvides”.

Me limité a darle las gracias, no sabía cómo reaccionar a eso. Por otro lado, cerré los ojos durante un instante eterno para imaginarla susurrándome como hacía, de cerca, mientras su abrazo se deshacía en caricias sobre mi cintura. Fue extraño, pero empecé a desearla aún más. Ya no se trataba de una cara bonita ni de una chica con estilo; todo para mí había pasado a otro plano. No sabría deciros si me refiero a algo carnal o sentimental, lo único que tengo claro es que empecé a tener ganas de ellas sin pensar en nada más, dejar que el resto del mundo desapareciese y que ella nunca dejase de abrazarme o de hablar tan cerca de mi oído y mi cuello.

La conversación continuó tratando el tema de su orientación sexual. Se consideraba abiertamente bisexual, aunque por cómo lo expresaba me daba la sensación de que lo decía por aceptación social. No importaba, era simpática y me alegraba estar conociéndola. Me sentía cómoda, segura. Es una sensación muy dulce percibir en pocos minutos que puedes confiar en alguien.

Salimos a la puerta para fumar. Éramos las únicas allí. Hacía frío pero poco nos afectaba eso. Tomó una gran calada de su cigarro, se puso ante mí y se acercó para soltar todo el humo contra mi boca. Me pareció un gesto provocativo, gesto que repetí hacia ella. Nos miramos como congelando el espacio tiempo y pronto apartamos las miradas hacia otro lado. La situación se volvió tan silenciosa como tensa.

Casi sin darme cuenta me vi atrapada entre ella y la pared. No tenía escapatoria y el alcohol se encargaba del resto. Posó una de sus manos en mi cintura y llevó la otra a mi nuca. Avanzó y me apretó contra sí “robándome” un beso que yo estuve encantada de darle. La cabeza me daba vueltas, los acontecimientos me superaban y no podía menos que rendirme a ella.

Se me olvidó todo aquello por lo que estaba triste. Ahora, en cambio, me sentía desconcertada. Caminamos juntas en silencio, sumidas en una calma no tensa pero sí incierta. Me acompañó hasta el portal de mi casa, donde permanecimos un par de minutos sin saber qué decir. Finalmente, ella rompió el silencio:

-Espero que volvamos a vernos pronto.
-Seguro que sí- respondí esquivando su mirada.
-Escríbeme.

Dicho esto, sujetó mi barbilla sin esperar una respuesta de mi parte. “Quiero que estés bien”, fue lo último que dijo. Juntó sus labios a los míos y los pude sentir con toda su ternura. Su respiración estaba ahora más sosegada que en nuestro anterior beso.


“Buenas noches”.


***

       Leo Sarmed. 2016.

domingo, 8 de mayo de 2016

La caja

Un niño que murió durmiendo...
                    

Imagina una caja envuelta en papel de regalo. Se ve cubierta por colores llamativos, alegres. Imagina también la mirada ilusionada de un niño que se acerca a ella en las primeras horas de la mañana y la toca por fuera como tratando de adivinar qué contiene.

Piensa ahora en lo que puede albergar. No es algo demasiado grande. Se puede abrazar, pero no está vivo. No está vivo pero se puede maltratar. No es una cámara de fotos pero deja recuerdos. Muchos dirían que es algo tierno, para otros podría resultar indiferente. No hace ruido, no hace sonar ningún tipo de música, pero puede hacerte imaginarla. No te ayuda a ver las estrellas más grandes, pero sí que te acerca a ellas. Tampoco es un libro, aunque sí que narra historias. Quizás de una forma algo inusual.
Repito, no está vivo, pero puede acariciarte. Muchas cosas pueden acariciarte: el viento te acaricia cuando roza tu cara en verano, una hoja te acaricia si cae muy cerca de ti en otoño o el agua misma te acaricia cuando cae una gota del cielo o de tus ojos mismamente.